*Wilson Alexander Zambrano Vélez | https://orcid.org/0000-0003-1061-878X | |
Ana María Uribe Veintimilla | https://orcid.org/0000-0001-8674-3275 | |
Mónica Dolores Tomalá Chavarría | https://orcid.org/0000-0002-4137-2535 |
Universidad Estatal Península de Santa Elena, Ecuador.
Los estilos de crianza parental conforman dinámicas de interacción en el entorno familiar que determinan las primeras conductas con las que interactúan los niños. El objetivo de esta investigación fue identificar la presencia de conductas disruptivas en niños y niñas de educación inicial en los cantones Santa Elena y La Libertad. El aspecto metodológico se desarrolló desde un enfoque cuantitativo, investigación de tipo descriptivo, bajo un diseño no experimental, la población de estudio corresponde a madres de niños de 2 a 3 años que se benefician del programa de educación inicial en Centros de Desarrollo Infantil y niños de 4 años que pertenecen a instituciones de Educación Básica de estos cantones; el tipo de muestreo fue no probabilístico intencional; en este sentido, la muestra quedó conformada por 70 madres de niños que presentan características de conductas disruptivas con edades comprendidas entre 2 a 4 años, a quienes se les aplicó una encuesta tipo cuestionario desarrollado por los investigadores, es un instrumento de evaluación tipo psicométrico, que ha sido validado a través de juicio de expertos. Los resultados concluyen que las variables sociodemográficas como edad y sexo sí evidencian relación en la manifestación del comportamiento disruptivo, observándose un mayor porcentaje de alteraciones comportamentales en el sexo masculino, de igual manera se evidencia mayor prevalencia en niños menores de 4 años.
Palabras clave: Comportamiento disruptivo, datos sociodemográficos, diagnóstico, agresividad, impulsividad.
Parenting styles shape interaction dynamics in the family environment that determine the first behaviors with which children interact. The objective of this research was to identify the presence of disruptive behaviors in initial education boys and girls in the cantons Santa Elena and La Libertad. The methodological aspect was developed from a quantitative approach, descriptive research, under a non-experimental design, the study population corresponds to mothers of children aged 2 to 3 years who benefit from the initial education program in Child Development Centers and children 4-year-olds who belong to Basic Education institutions of these cantons; the type of sampling was intentional non-probabilistic; In this sense, the sample was made up of 70 mothers of children who present characteristics of disruptive behaviors aged between 2 to 4 years, to whom a questionnaire-type survey developed by the researchers was applied, it is a psychometric type evaluation instrument, It has been validated through expert judgment. The results conclude that the sociodemographic variables such as age and sex do show a relationship in the manifestation of disruptive behavior, observing a higher percentage of behavioral alterations in males, in the same way, a higher prevalence is evidenced in children under 4 years of age.
Keywords: Disruptive behavior, sociodemographic data, diagnosis, aggressiveness, impulsivity.
Recibido: | abril/21/2021 | Aceptado: | octubre/27/2021 | Publicado: | diciembre/28/2021 |
La contextualización del estudio corresponde a Centros de Desarrollo Infantil -CDI de Santa Elena y La Libertad, estas instituciones tienen como principal objetivo precautelar la seguridad y desarrollo integral del niño. Para ello, destinan entornos protectores que incluyen contextos de aprendizaje, orientación y mobiliario acorde a las necesidades y potencialidades de los niños, además se adecuan a las realidades sociales y culturales con el propósito de brindar atención integral a la primera infancia. En los CDI la prioridad es el desarrollo integral de niños y niñas, en Santa Elena son atendidos en estos centros más de 3000 niños. En estas condiciones se espera que los infantes tengan un comportamiento dispuesto a aprender más de lo que saben acerca del mundo y que sean personas cada vez más seguras, autónomas, creativas y participativas [19].
Una intervención oportuna y de calidad, enfocada en el diagnóstico, permite obtener un panorama del contexto real hacia una planificación en función de las necesidades del niño y las manifestaciones asociadas a un trastorno del comportamiento, aportando alternativas que atiendan las alteraciones conductuales durante la niñez. Es importante, mencionar que la exposición a eventos estresantes y dinámicas familiares inadecuadas desde la primera infancia pueden causar daños en el desarrollo, tanto físico como mental, generando consecuencias a nivel comportamental. En tal sentido, afecta el sano desarrollo del niño, se puede afirmar que manifiestan problemas en su madurez y desarrollo emocional trayendo como consecuencia deficiencias y desventajas en la adquisición de autonomía y autorregulación.
Una vez realizados los planteamientos, se demuestra la necesidad de llevar a cabo el presente estudio, ante el aumento de conductas disruptivas en niños, siendo este uno de los temas más debatidos e investigados en el ámbito educativo en los últimos años, tal como lo señalan Álvarez et al [1], en su estudio sobre Conductas disruptivas desde la óptica del docente.
Las teorías que respaldan la investigación se basan en los hallazgos de Baumrind (1966) logrando establecer una tipología de tres estilos de crianza parental: el estilo con autoridad, el autoritario y el permisivo; que se manifiestan en formas de interacción e inciden en la construcción de patrones de comportamiento infantil [21]. De este modo, los estilos de crianza parental conforman dinámicas de interacción en el entorno familiar que determinan las primeras conductas con las que interactúan los niños, que serán adecuadas según favorezcan el desarrollo oportuno e integral en las áreas: física, psicológica y social; e inadecuadas cuando no propicien un sano desarrollo durante los primeros años de vida.
Otro elemento que tributa al presente estudio es la teoría del Aprendizaje Social de Albert Bandura (1986), que propone que todo aprendizaje tiene lugar en un contexto y se genera a través del reforzamiento, la observación y la instrucción directa del sujeto. Un concepto clave para comprender este aporte es el determinismo reciproco, entendido con la capacidad que tiene el entorno, el sujeto y las creencias de causarse mutuamente [22]
Los problemas de conducta representan un tema de preocupación en el contexto escolar y familiar que conlleva a múltiples consecuencias en las personas que presentan este tipo de alteración conductual, que se manifiesta desde edades tempranas y va evolucionando conforme el sujeto se va desarrollando y por lo general, empeorando durante la adolescencia hasta la adultez, esta problemática no solo afecta al niño, también, genera conflictos para las familias e Instituciones Educativas [2].
Debe señalarse que el mayor impacto de los problemas de conducta se manifiesta en la dificultad de socialización y el bajo rendimiento académico, pudiendo generar daños a nivel emocional agravando el problema tanto para el sujeto como para el contexto, además, de representar un grave problema en la sociedad tomando en cuenta que de no ser atendidos y dado el apoyo oportuno pueden avanzar hasta una conducta antisocial [3].
Las conductas disruptivas pueden ser definidas como aquellas que imposibilitan o dificultan el aprendizaje, alteran las dinámicas grupales e interfieren en todo tipo de relaciones sociales afectando tanto a quien la ocasiona como al contexto que lo recibe y sufre las consecuencias de actos y conductas desadaptadas [4].
Una de las características de este tipo de conductas es la manifestación de oposición a la norma de manera abrupta, agresiva e impulsiva. El impacto de este tipo de reacciones y comportamientos a nivel social, familiar y escolar constituye una de las causas más frecuentes de la consulta profesional en el área de asistencia psicológica, neurológica y psiquiátrica [4].
De acuerdo a los planteamientos realizados, los trastornos de conducta disruptiva pueden incluir comportamiento antisocial, agresivo y desafiante, que abarca la imposibilidad de seguir las normas por lo que constantemente las transgreden, puede manifestarse, tanto en niños como en adolescentes, si comienza durante la infancia avanza hasta la adolescencia, las conductas suelen ser inadecuadas en referencia a la edad del sujeto, por sus conductas oposicionistas incumplen un sinfín de normas sociales que, por lo general, son básicas y entendidas por el menor, pero por su conducta desafiante a las figuras de autoridad suelen desobedecerlas, convirtiéndose en una conducta problema, que causa deterioro para la familia, amigos y la comunidad educativa, en general [5].
Son diversos los factores que pueden desencadenar las conductas disruptivas, por lo general, se inician como consecuencia de una paternidad poco efectiva que puede ser severa pero inconsistente y carente de una crianza positiva, aumentando esto el riesgo potencial de problemas posteriores que comienzan con las molestias en el contexto escolar que pueden causar hasta la expulsión, posteriormente se agrava la situación por actos delictivos, otra causa de estas condiciones pueden ser la violencia intrafamiliar, falta de normas, familias disfuncionales [6]
Hay dos puntos claves que aumentan el riesgo de desarrollar una conducta disruptiva, estas son un entorno familiar desfavorable y relaciones desadaptadas en el contexto escolar, siendo este el entorno con mayor afectación y donde se evidencian las alteraciones de la conducta que van a interferir con el proceso de aprendizaje como en la interacción social, que por lo general, conlleva al fracaso escolar, empeorando la situación tomando en cuenta las consecuencias emocionales producto del sentimiento de inferioridad, frustración por no poder cumplir las expectativas impuestas por un entorno al que desafía y mantiene oposición a la norma, queriendo obtener resultados distintos a pesar de sus actos y conductas desadaptadas[4].
La interacción emocional negativa dentro del entorno familiar es influyente para generar conductas disruptivas, sobre todo, cuando los padres no regulan oportunamente estados emocionales como la ira, tristeza, miedo y vergüenza, que inciden para que el niño empiece a manifestar conductas inadecuadas como exteriorización a situaciones conflictivas que responden a la dinámica familiar [24].
Se tienen tres factores de riesgo de gran relevancia en el desarrollo de trastornos de conducta, en primer lugar, se tiene los factores ambientales haciendo referencia al contexto familiar y escolar, que se le suma la influencia sociocultural y extrema pobreza, también puede ser una causa bastante relevante la elevada delincuencia en los recintos escolares que los niños pueden percibir como conductas normales; en segundo lugar, se tiene la influencia que recibe del grupo familiar donde puede presentarse criminalidad por parte de los padres, violencia familiar, pautas inadecuadas de educación y conflictos maritales constantes que desembocan en conductas agresivas y por último, se tienen los aspectos psicológicos relacionados a los factores internos del individuo sobre actitudes y creencias en referencia a los parámetros sociales y a la justicia [7].
Para el ámbito psicológico, la familia representa un cúmulo de relaciones de tipo sistémicas, considerada un subsistema de tipo social, se le da gran importancia por su influencia en el desarrollo evolutivo del ser humano y su relación con el desarrollo de los rasgos de personalidad. Por otro lado, en el ámbito psicológico se considera a la familia como la unión de dos personas para compartir un proyecto de vida a largo plazo duradero y estable, en donde sus miembros deben desarrollar sentimientos de pertenencia y protección. Entre sus características más relevantes está el tipo de relación íntima, recíproca y dependiente, de un grupo primario con pautas establecidas con base a culturas, costumbres e influencia por la sociedad [8].
Resulta importante, estudiar los aspectos más relevantes en el contexto familiar durante la primera infancia, resultando un constructo muy amplio debido a que son diversos los factores que intervienen durante esta etapa. Se tiene a la familia como el primer contexto donde el niño inicia sus experiencias sociales, y donde aprende a internalizar las pautas de comportamiento que posteriormente, pondrá en práctica [9].
Como ya se mencionó, la familia cumple funciones fundamentales para el desarrollo del niño. Por ello, se considera a la familia como todo grupo en donde se desarrollan vínculos afectivos fuertes entre varios miembros, no solo delimitando este concepto a la relación entre padres e hijos, también, es concebida como un sistema, tomando en cuenta que lo que afecta a uno de sus miembros influye de manera directa o indirecta sobre los otros [10].
Es imperante destacar, que no siempre el contexto familiar es adecuado, en muchos casos se puede evidenciar un pobre funcionamiento familiar, conflictos y violencia interna, que pueden afectar al niño de una manera directa e indirectamente, todas estas condiciones afectan el bienestar y desarrollo del niño a nivel emocional, psicológico y social [11].
En esta misma línea, los factores de protección sirven como recurso de prevención para la disminución de las conductas disruptivas, que en estas edades deben trabajarse desde la dinámica familiar, entre los más relevantes se consideran los factores de protección personales que se refieren a incrementar la autoestima, la solución de problemas y las habilidades sociales; también están los factores de protección sociales que se orientan a enriquecer el entorno del niño mediante relaciones saludables, establecimiento normas y actividades lúdicas adecuadas, y los factores de protección familiar donde se favorece las relaciones entre los miembros de una familia con el propósito que logren el desarrollo integral del niño [20].
En este sentido, el abordaje pedagógico y psicológico para intervenir en comportamientos inadecuados se orienta hacia la búsqueda de soluciones desde el entorno familiar y educativo puesto que estos contextos favorecen o disminuyen la frecuencia de aparición de estas conductas [23].
Se aspira ampliar las bases del conocimiento para el manejo efectivo de la información y perfeccionar proactivamente a los fines de construir un aporte importante sobre la información de las conductas disruptivas en la niñez, enfocada en el contexto familiar, permitiendo explicar su significado, tipología, características y cómo abordarlas de manera que representen una fuente de apoyo a personas que persiguen el propósito de realizar investigaciones similares. Se entiende que, abordar este contexto con tantos elementos adversos es una tarea complicada, llegar hasta los padres de familia es todo un reto, sin embargo, existe un compromiso claro de realizar acciones de prevención ante la manifestación de alteraciones conductuales, esta investigación y el aporte que representan constituye una posibilidad de tomar consciencia de los riesgos que corre la población infantil expuesta a contextos familiares inadecuados o pautas de crianza poco efectivas.
El objetivo de esta investigación fue identificar la presencia de conductas disruptivas en niños y niñas de educación inicial en los CDI de los cantones Santa Elena y La Libertad
Para el desarrollo de este estudio, se realizó una investigación bajo el enfoque cuantitativo, con el propósito de aumentar el conocimiento sobre el fenómeno planteado. Para ello, se aplicó un instrumento que permitió la recolección y posterior análisis, cuya finalidad es la de encontrar respuestas al objetivo planteado en la investigación, a través de datos numéricos utilizando procedimientos estadísticos para interpretar los resultados y establecer conclusiones objetivas. En esta investigación, se identificaron las características de niños que presentan comportamiento disruptivo, para ello, fueron encuestadas un grupo de madres con el fin de reconocer la existencia de estas conductas.
De igual manera, se realizó una investigación básica que tiene como propósito el descubrimiento de leyes o principios básicos, buscando aportar soluciones a problemas sociales, se fundamenta en teorías e informaciones conceptuales de la ciencia e investigaciones científicas previas [12]. Este tipo de estudio es de utilidad para dar respuestas a los planteamientos sobre problemáticas sociales.
En cuanto al diseño fue no experimental, este tipo de estudios son aquellos que no se manipulan directamente las variables para la obtención de datos durante el proceso, el investigador asimila las variables en un ambiente tan delicadamente controlado como sea posible [13].
El tipo de estudio corresponde a una investigación descriptiva simple, estas investigaciones son aquellas que especifican rasgos, características y propiedades de individuos, grupos, comunidades o cualquier otro fenómeno con la finalidad de describir sus particularidades o diferenciadores. En el diseño descriptivo simple el investigador recolecta la información de manera directa y posteriormente toma decisiones [14].
En lo que respecta a los sujetos de estudio, se ha considerado para la investigación a un conjunto de personas con características comunes, seleccionando específicamente a madres de niños entre 2 a 4 años, con el objetivo de obtener información y datos relevantes que permitan alcanzar los objetivos planteados en la investigación científica. Dentro de este marco, puede ser definida como el total del fenómeno a estudiar [15].
La muestra es una representación proporcional al número de sujetos que conforman la población, es importante que el tamaño de la muestra sea significativo que permita obtener datos relevantes. La muestra es, en esencia, un subgrupo de la población. La muestra quedó conformada por 70 madres de niños con edades comprendidas entre los 2 y 4 años que manifiestan características de comportamiento disruptivo [15].
Se utilizó el tipo de muestreo no probabilístico, es decir, la selección de la muestra para esta investigación no dependió de la probabilidad o el azar sino de características específicas de los sujetos en estudio, que lograron cumplir con los objetivos planteados. Este tipo de muestreo permite al investigador limitar la muestra solo a casos específicos [16].
Dada la naturaleza de este estudio, la técnica que se utilizó para la recolección de los datos fue la encuesta a través de un cuestionario, se hace referencia a la técnica como las distintas formas de recolectar la información, estableciendo el cuestionario como la modalidad que se realiza de forma escrita mediante un instrumento estructurado con una serie de preguntas con dos o más alternativas de respuestas, puede ser administrado por el investigador o auto administrado.
Los instrumentos utilizados, fueron seleccionados con el propósito de dar respuesta a los objetivos planteados. Para efecto de este estudio, se elaboró un cuestionario dirigido a madres de familia con el objetivo de conocer la percepción que tienen sobre sus hijos de 2 a 4 años respecto a comportamiento disruptivo. El instrumento se elaboró considerando los criterios diagnósticos del DSM-V. La validez de este instrumento se realizó utilizando el criterio y juicio de tres expertos: uno en la temática abordar, otro en la investigación y el último en el área de la metodología de la investigación, con el fin de posibilitar el montaje del instrumento tanto de forma como de fondo [18].
Se utilizó una ficha sociodemográfica con el objetivo de recolectar información y conocer las características sociales y personales, lo que permite establecer una aproximación a los datos generales, apareciendo las primeras pistas para identificar posibles factores de riesgo asociados a estos datos, que pueden servir como referente para el desarrollo de planes y programas.
Una vez recopilada la información por medio de las escalas/cuestionarios aplicados, los datos fueron procesados mediante el programa estadístico SPSS, que arrojó el análisis de estadística descriptiva reflejado en porcentajes, lo que facilitó revisar, clasificar y estructurar los datos obtenidos. La estadística descriptiva puede ser definida como una herramienta que organiza los datos y describir las características del objeto en estudio lo que permite llegar a conclusiones [16]. La información obtenida se cuantificó y trató estadísticamente para su posterior análisis e interpretación de estos datos numéricos.
Las respuestas de los participantes fueron interpretadas en porcentajes y presentadas en gráficos de barras para su mejor comprensión, análisis e interpretación.
La figura 1 representa la distribución del porcentaje, que indica las situaciones asociadas a llanto frecuente en los niños que conforman la muestra evaluada, encontrándose que el mayor porcentaje para la opción siempre fue de 13% correspondiente a la no complacencia de peticiones. Debe señalarse que esta situación también arrojó las puntuaciones más altas para las opciones de algunas veces en un 24% de los casos y 37% pocas veces. Seguidamente, se tiene que el 11% manifestó que otra de las situaciones que causa llanto es cuando se enfrenta a una persona u objeto desconocido.
De acuerdo, con la figura anterior, la situación que con mayor frecuencia causa irritabilidad en los niños es no complacer sus peticiones en un 14% de los casos. Por otro lado, la opción con mayor porcentaje es, algunas veces, con un 21% correspondiente a irritabilidad por la asignación de una tarea, mientras para la alternativa pocas veces los porcentajes más altos estuvieron asociados a la asignación de tareas a la no complacencia de peticiones en un 41% y 45% respectivamente.
Con relación, a las situaciones donde los niños que conforman la muestra con frecuencia expresan miedo intenso, los padres manifestaron en un 13% de los casos que siempre siente miedo al estar o dormir solos, de igual manera, el 17% mencionó que les pasa “algunas veces”.
La muestra encuestada respondió con relación a las figuras hacia la cual su hijo/a manifiesta dependencia excesiva, encontrándose que el 28% de los casos siempre manifiesta dependencia hacia la mamá y un 29% respondió que “casi siempre”. Seguidamente, se tiene que la persona hacia la que muestran mayor dependencia es hacia el papá en un 12% “para siempre” y “algunas veces”, seguido del hermano en un 13% “algunas veces”.
En cuanto al nivel de actividad, los padres manifestaron que los niños están activos la mayor parte del día y la noche en un 55%.
En lo que respecta al número de horas que duermen los niños durante el día y la noche diariamente, el 20% de los padres manifestó que: “siempre” durante el día duerme 2 horas y en la noche tiene las horas de sueño que le corresponden, mientras un 20% respondió que “pocas veces” duerme 4 horas al día, pero no duerme las horas completas en la jornada nocturna.
En lo que respecta a la preferencia de los niños para relacionarse con los demás, se puede evidenciar en la figura Nº 7, los padres manifestaron en un 40% de los casos “siempre” les gusta relacionarse, mientras un 46% expresó que, “pocas veces” se les dificulta interactuar con las personas. Sin embargo, un 22% afirma que, “algunas veces” se relaciona poco y el 14% “casi siempre” no se relaciona con los demás.
En cuanto a las conductas de agresividad, se encontró que un 30% de los padres afirman que, “pocas veces” su hijo golpea a otros niños, solo un 6% “casi siempre” daña sus juguetes y un 4% “siempre”, la mayoría de los padres expresaron que “nunca” sus hijos manifiestan expresiones de agresividad como golpear, estropear sus juguetes o de otros niños, 89% afirma que “nunca” se ha golpeado a sí mismo, solo 3% afirmó que “algunas veces” lo hace y el 1% siempre.
En la figura 9 se expresan los resultados correspondientes a la obediencia de la norma, respeto por los compañeros y paciencia, se encontró que el 19% de los niños “algunas veces” irrumpe las normas, 51% lo hace “pocas veces”, en tanto que el 41% muestra dificultad para esperar.
En lo que se refiere al desarrollo del habla, se tiene que el 46% “siempre” habla con claridad, 25% “casi siempre", mientras un 22% habla en exceso y se le entiende poco, solo un 6% no habla todavía.
En la figura 11 se evidencian los resultados correspondientes a la capacidad de atención o concentración que presentan los niños, encontrándose que un 19% se le dificulta mantener la atención “algunas veces”, un 47% “pocas veces” parece distraído y 12% “algunas veces” parece no escuchar.
Se realizaron una serie de preguntas relacionadas a conductas inadecuadas y se evidenció que un 10% de los niños no pide permiso cuando desea algún objeto ajeno, un 65% “casi siempre” culpa a otros de sus conductas, un 8% “algunas veces” no es empático y un 5% oculta las pertenencias de los demás “algunas veces”. Debe señalarse que más del 60% de los padres encuestados manifestó que sus hijos “pocas veces” han presentado alguna de estas conductas.
La información obtenida acerca de la frecuencia con la cual los niños se llevan objetos a la boca y se los comen, se evidencia en la figura 13 donde se observa que 24% de los menores lo hace “pocas veces” y 5% “algunas veces”. En cuanto a llevarse las manos a la boca y comerse las uñas, se tiene que 22% lo hace “pocas veces”, y un 8% “algunas veces”, el 4% “casi siempre” y solo el 1% manifestó una mayor frecuencia.
Se tiene en la figura Nº14 correspondiente a la alimentación que el 16% “algunas veces” no quiere comer sus alimentos y un 9% “siempre” manifiesta que no quiere comer; el 10% “algunas veces” solo come lo que él elige y el 14% de los padres afirma que “algunas veces” su hijo presenta berrinches al momento de consumir sus alimentos.
En lo que respecta a las conductas repetitivas, se puede evidenciar que el 41% “siempre” presenta conductas repetitivas como: lavarse las manos, recoger objetos y coleccionarlos, movimientos con las manos y otras partes del cuerpo y el 16% “casi siempre”. Mientras, un 11% con frecuencia no establece contacto visual.
En la figura 16 se puede observar la manifestación de conductas inadecuadas según el sexo, evidenciándose que la mayoría corresponde al sexo masculino en un 54,1%; mientras, el sexo femenino se evidencia este tipo de conductas en el 45,9%.
A continuación, se presentan los resultados correspondientes a los datos sociodemográficos como edad, sexo y tipo de familia a la que pertenecen.
En la figura 17 se exponen los resultados correspondientes a la edad de los niños que conforman la muestra de estudio, encontrándose que el 77% tiene 4 años, el 19% 3 años, solo el 4%, 2 años.
En la figura 18, se puede observar que la mayoría significativa de los niños que conforman la muestra de estudio corresponden al sexo femenino con un 83,8% en comparación al sexo masculino que estuvo representado por un 16,3%.
A partir de los hallazgos encontrados en este proceso de investigación, debe señalarse que entre las causas de problemas de comportamiento en los niños se tiene la exposición a eventos estresores causando alteraciones a nivel conductual, emocional y psicológicas así lo exponen Jurado et al [4] destacando que la severidad está asociada a la magnitud del evento estresor como la separación de la figura de apego o confrontarse a situaciones desconocidas, que pueden reflejarse en prácticas y actitudes inadecuadas.
Los resultados de esta investigación coinciden con los datos obtenidos por Jurado et al [4] en su estudio sobre conductas disruptivas en estudiantes de secundaria al señalar que el riesgo de desarrollar alteraciones de comportamientos está asociado a un entorno familiar desfavorable y a las relaciones desadaptadas en el contexto escolar, siendo éste último el ambiente donde se evidencian los problemas comportamentales y donde se observa mayor impacto en el ámbito social, académico y emocional.
En este sentido, se determinó que los niños (varones) manifiestan mayores alteraciones conductuales, destacando que los trastornos del comportamiento se evidencian con mayor prevalencia en el sexo masculino, tal como lo plantean Sosa et al [17] además, afirman que la sintomatología se evidencia de igual manera en todos los rangos de edad y se observa a edades más tempranas y con mayor gravedad en varones.
Resulta importante mencionar que, se identifican problemas del comportamiento asociados a la imposición de normas y limites, en este sentido se asocia a aspectos como la relación entre padres e hijos y la interacción entre los miembros de la familia representando los conflictos y estilos parentales como un mayor factor de riesgo en el desarrollo de alteraciones comportamentales en niños [17]
De igual forma, estos resultados coinciden con los planteamientos realizados por Castillo et al [2], al evidenciar los conflictos familiares y los estilos de crianza como las variables de mayor correlación en los sujetos que presentan algún trastorno del comportamiento
Existen mayores alteraciones conductuales en el sexo masculino, la puntuación más elevada corresponde a los varones en comparación a las puntuaciones obtenidas por las mujeres destacando que los trastornos del comportamiento se evidencian con mayor prevalencia en el sexo masculino, tal como lo plantean Sosa et al [17], además afirman que la sintomatología se evidencian de igual manera, en todos los rangos de edad durante la adolescencia y se evidencian a edades más tempranas y con mayor gravedad en varones.
Los resultados obtenidos en la variable sociodemográfica muestran que el mayor porcentaje de los integrantes corresponden al sexo femenino y la edad entre ambos sexos se ubica entre 2 a 4 años. Se concluye que sí existen problemas de comportamiento disruptivo asociados a dificultades de socialización y control emocional, que pueden manifestarse en estados de ansiedad, miedos, retraimiento y timidez, de igual manera, se evidencia agresión, hiperactividad, inatención, e impulsividad, siendo recomendable que las instituciones educativas implementen programas enfocados en el fortalecimiento emocional y comportamental de los niños, trabajando estos elementos desde el ámbito educativo familiar.
No obstante, existen variables como la funcionalidad que aportarían más información en cuanto a la dinámica familiar, que permitirían corroborar datos referentes a la violencia, maltrato, negligencia. También, es recomendable ampliar este tipo de investigación indagando acerca de los estilos parentales.
Durante la investigación se logró identificar conductas disruptivas que afectan el proceso de socialización de los niños como manifestaciones de agresividad e ira hacia terceros. También, se evidencian comportamientos que pueden afectar la integración a otros contextos como el escolar por la dificultad de aceptación de la norma, destacando que son irrumpidas no por falta de comprensión sino por las características oposicionistas y desafiantes de este tipo de alteraciones conductuales. Por lo que, resulta indispensable, que, desde el aula, los docentes estén preparados para intervenir en estos casos, mediante estrategias pedagógicas que ayuden a disminuir el impacto de estas conductas en el aprendizaje de los niños.
Respecto al análisis realizado, en cuanto a la autonomía y apego de los niños, se puede concluir que este tipo de conductas pueden afectar el aprendizaje en el área personal y en la adquisición de habilidades que le permitan realizar actividades de la vida diaria. La manifestación de conductas asociadas a la dificultad de control emocional como ira, ansiedad e impulsividad pueden afectar de manera negativa la convivencia escolar, y el proceso de aprendizaje pues se evidencia que los niños presentan comportamientos asociadas a la hiperactividad y falta de concentración, lo que dificulta la comprensión y asimilación de los conocimientos académicos, que no solo afecta la realidad inmediata, también genera consecuencias a largo plazo que pueden desembocar en trastornos del aprendizaje.
En este sentido, las instituciones educativas deben realizar un diagnóstico precoz que permita atender de manera oportuna estos casos, de tal forma, que los niños y niñas alcancen su desarrollo integral.