*Quetzalli Atlatenco Ibarra 1 | https://orcid.org/0000-0001-7352-863X | |
María Teresa De la Garza Carranza 2 | https://orcid.org/0000-0002-4877-3403 |
1 Universidad Virtual del Estado de Guanajuato, México.
2 Tecnológico Nacional de México en Celaya, México.
* mailto:qatlatenco@yahoo.com.mx
Resumen
México está comprometido a procurar la igualdad de género en su población debido a que suscribió la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible el cual consiste en un plan de acción que pretende erradicar la pobreza y asegurar la prosperidad protegiendo los recursos naturales de manera que éstos no queden empeñados para las futuras generaciones. De tal manera que, para dicha nación, es indispensable conocer el estado actual de las actitudes hacia la igualdad de género de su población. Este trabajo tiene como objetivo principal conocer dichas actitudes entre jóvenes universitarios. Para ello, se realizó un estudiado cuantitativo y transversal a través de una encuesta debidamente validada y centrada en escalas relacionales, socioculturales y personales de 347 estudiantes de nivel superior del Tecnológico Nacional de México en Celaya. Se observó que la actitud de las mujeres tiende a ser igualitaria en todas las escalas y en el global, mientras que la actitud de los hombres es adaptativa en todas las escalas a excepción de la escala personal puesto que el número de respuestas que quedaron clasificadas en la actitud adaptativa e igualitaria es prácticamente el igual.
Palabras clave: género, actitudes, estudiantes de nivel superior.
Mexico is committed to ensuring gender equality in its population because the 2030 Agenda for sustainable development was signed, which consists of an action plan that aims to eradicate poverty and guarantee prosperity by protecting natural resources so that they do not face determined for future generations. So, for that nation, it is essential to know the current state of attitudes towards gender equality of its population. This work has as main objective to know these attitudes among young university students. To do this, a quantitative and cross-sectional study was carried out through a validated survey focused on relational, socio-cultural and personal scales of 347 students of higher level of the National Technological Institute of Mexico in Celaya. Verify that the attitude of women has an equal being at all scales and in the global, while the attitude of men is adaptive at all scales with the exception of the personal scale since the number of responses that remained classified in the adaptive and egalitarian attitude is practically the same.
Keywords: gender, attitudes, senior students.
Recibido: | 12/08/2019 | Aceptado: | 20/09/2019 | Publicado: | 20/12/2019 |
La igualdad de género es un asunto pendiente en México, es un compromiso internacional que asumió en el año 2015 cuando signó la Agenda 2030, el cuál es un acuerdo promovido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuya finalidad es terminar con la pobreza, la injusticia y la desigualdad, además enfrentar los efectos del cambio climático para el año 20301. Dicho acuerdo fue firmado por los 193 estados miembros y consiste en 17 objetivos de desarrollo sostenible y 169 metas.
Uno de los objetivos de desarrollo sostenible es la igualdad de género a través del empoderamiento de niñas y mujeres, así como la equidad en el reparto de obligaciones en el hogar y la familia, además de la adopción y fortalecimiento de políticas y leyes que promuevan la igualdad y el empoderamiento, pero también el derecho de la mujer a los recursos económicos en condiciones de igualdad2.
En el año 2006 se promulgó la Ley general para la igualdad entre hombres y mujeres, por medio de la cual se promueve la lucha contra cualquier tipo de discriminación por cuestión de género en cualquier ámbito de la vida, además de que, a través de ella, se busca fomentar el empoderamiento de las mujeres, así como la igualdad de oportunidades y de trato3. No obstante lo anterior, en dicha nación todavía hay muchos temas pendientes para alcanzar una verdadera igualdad de género puesto que de acuerdo al índice de brecha de género del Fondo Monetario Internacional4, México ocupa el lugar 50 de 149 países analizados, con un nivel de paridad de 0,721, aun moderadamente lejano a 1, nivel que implicaría total igualdad de género. Ese indicador incluye cuatro subíndices: participación y oportunidad económica, logros educativos, salud y supervivencia y empoderamiento político; los dos primeros son lo que tendrán principal atención en esta investigación ya que los últimos reflejan mejores niveles del índice mencionado: en salud y supervivencia México ocupa el lugar 50 y en empoderamiento político el lugar, 27.
En el subíndice de participación y oportunidad económica, México ocupa el lugar 122 debido a que incluye factores tales como la participación de la mujer en la fuerza laboral, la igualdad salarial para los mismos trabajos, en ese sentido cabe destacar que aún hay un importante rezago, ya que el 38,7% de la población económicamente activa es mujer5 y que el salario mensual mediano para trabajos a tiempo completo es 16,7% mayor para los hombres que para la mujeres6. En este tenor cabe destacar que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (idem) especifica que cerca del 60% de las personas que se encuentran ocupadas en los sectores de la economía informal son mujeres, lo que implica que no tienen acceso a sistemas de seguridad social, los salarios son más bajos y su situación laboral es altamente inestable. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe7 señala que en general, las mujeres están ocupadas principalmente en el sector servicios y que, en la región Latinoamericana se refrenda su función tradicional de cuidadoras en ámbitos como el hogar, la salud, la asistencia social, entre otros.
En el subíndice de logros educativos México está posicionado en el lugar 58, incluye el nivel de alfabetización y la inscripción de los diferentes niveles de educación. De acuerdo a la OCDE8 México ha alcanzado paridad de género en cuanto a la inscripción en todos los niveles e inclusive se ha observado que en “la ingeniería, la producción industrial y la construcción” más mujeres obtienen un título universitario que en el promedio de los países miembros de la OCDE. Sin embargo, la CEPAL7 muestra que a 2015, de los graduados en carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas en México, solamente el 31,3% son mujeres, lo cual implica una latente disparidad en los ingresos y ocupación de las mujeres debido a que en los empleos que se vislumbra que se crearán con las nuevas tecnologías, se requerirán las competencias desarrolladas en las mencionadas áreas de estudios de nivel superior.
Por lo anterior, es indispensable comprender cómo México podría llegar a ser realmente igualitario y de qué manera se podría dar un impulso decisivo para ello en el ámbito educativo. Un paso para ello es conocer el estado actual de la actitud de los estudiantes ante la igualdad de género, objetivo general de esta investigación. Desde esa perspectiva esta investigación contribuye a clarificar y analizar la percepción de estudiantes de nivel superior del Tecnológico Nacional de México en Celaya ya que, aunado a lo anterior, se realizaron análisis estadísticos para comprobar si existen diferencias estadísticamente significativas de la actitud de los estudiantes según su sexo y si las respuestas y el sexo de los encuestados son independientes.
La igualdad de género es indispensable para el desarrollo sostenible de las sociedades, por lo que en esta sección se explica qué se entiende por género e igualdad de género, por sexismo dado que es uno de los principales obstáculos, así como por coeducación como una forma de alcanzar las metas del objetivo de desarrollo sostenible. De acuerdo a la Instituto Nacional de las Mujeres9, género es el conglomerado de “ideas, creencias y atribuciones sociales” que dependen de cada cultura y coyuntura histórica y que están determinadas por la diferencia sexual, que a su vez definen la masculinidad y la feminidad y sus consecuentes “comportamientos, funciones, oportunidades, valoración y relaciones entre hombres y mujeres” esperados (idem). Es diferente al concepto de sexo, el cual está definido por las características fisiológicas, biológicas, anatómicas y cromosómicas que distinguen a hombres y mujeres.
Así, la igualdad de género se refiere a la igualdad de oportunidades, responsabilidades y de derechos tanto para los hombres y mujeres como para los niños y niñas en el ámbito privado y público que garantice y permita vivir la vida que deseen sin importar su sexo10. En cambio, la equidad de género se refiere a que la distribución de los recursos y el poder en la sociedad sean justos sin dejar a un lado las particularidades de cada sexo11. De lo anteriormente expuesto, se observa que la igualdad de género es un concepto superior que alude a un derecho humano y la equidad de género se refiere a la justicia.
En el ámbito económico, la igualdad de género es importante porque a través del acceso a los recursos, las mujeres podrían salir del círculo de la pobreza y se aseguraría el acceso al trabajo decente, a los procesos de toma de decisiones y a los servicios de salud, además, la participación plena de las mujeres en la población económicamente activa aumentaría la riqueza nacional, lo que se vería reflejado en el producto interno bruto12. La igualdad de género derivaría en autonomía, es decir, en libertad para crear criterios propios de decisión y actuación, a la capacidad de hombres y mujeres de no ser dependientes, de tomar decisiones libres e informadas sin que se precise de autorización de terceros para ello13,9.
El sexismo es una barrera que limita la auténtica igualdad de género, por ello es necesario comprender qué es y cómo se manifiesta en los estudiantes de nivel superior, ya que es en ese sector en el que está enfocado este trabajo. De acuerdo a Lameiras – Hernández14 el sexismo es una actitud que consiste en que, de acuerdo al sexo de las personas, se espera que asuman diferentes conductas y características. Más aún, Mingo y Moreno15 explican que los efectos del sexismo son diversos y están dirigidos a controlar socialmente a las mujeres en particular porque define “su condición, sus límites y capacidades, sus alcances y aspiraciones”.
El sexismo se manifiesta de diversas formas, es ambivalente, según las teorías psicosociales más recurrentes, porque en el mismo individuo se presentan actitudes tanto positivas como negativas sobre el objeto de su actitud. Glick y Fiske (citados por Luna Bernal et al.16) propusieron la teoría del sexismo ambivalente que consiste en que las mujeres como grupo y como individuos, son percibidas simultáneamente desde una perspectiva hostil y una benévola. El sexismo hostil consiste dominar y el sexismo benévolo en proteger, pero siempre con la finalidad de limitar a la mujer a ciertos roles. El primero se caracteriza por el prejuicio y la discriminación, por la antipatía y es el que se considera tradicional, el segundo consiste en actitudes que, con tono afectivo y positivo, refuerzan los roles tradicionales de género ya que procura proteger a la mujer por su aparente “debilidad” (idem).
Para Delgado, Palma, y Rivas17, en la actualidad también se hace referencia a una actitud denominada Neosexismo que consiste en “una nueva forma de entender y manifestar” el sexismo tradicional y que se caracteriza por negar que existe discriminación hacia las mujeres. Según Luna – Bernal y Laca – Arocena16 el Neosexismo se manifiesta en conductas y creencias sexistas que se expresan de manera velada y sutil, porque lo contrario sería socialmente inaceptable.
El ámbito educativo es una de las múltiples influencias desde donde se construye la idea de género, por ello es también un espacio en el que se cimenta la igualdad de género a través de la evolución de modelos de comportamiento, de cambios en las actitudes y de formas de concebir la realidad para eliminar barreras que limiten la igualdad de oportunidades18 dejando a un lado ideas sexistas y hegemónicas de superioridad por razón de sexo y promoviendo diagnósticos y procesos de planeación que deriven en el uso de herramientas tan esenciales como la organización en las aulas, la observación, el debate, la sensibilización y la reflexión19. Sin embargo, para Delgado Ballesteros, G20 la igualdad de género en el ámbito educativo conlleva métodos aún más intrincados porque requieren de “un replanteamiento de la totalidad de los elementos implicados en los procesos de enseñanza – aprendizaje” de forma tal que se elimine el androcentrismo.
De manera tal que la coeducación podría ser una forma de alcanzar la igualdad de género, ya que se entiende como un modelo de socialización que permite eliminar cualquier barrera que represente algún tipo de discriminación en los centros escolares y que Yugueros García, A. J.21 define como la educación conjunta de grupos de educación diversos, distintos y plurales, pero particularmente en convivencia, integral e igualitaria en alumnos tanto hombres como mujeres en las que no haya discriminación por razón de sexo y en el que las oportunidades sean las mismas. Delgado Ballesteros, G20 concibe la coeducación inclusive como un derecho humano porque es una forma de “corregir las desigualdades y eliminar la discriminación” originados por los estereotipos de género. Para González Piñal, R.18 la coeducación es un “pacto de responsabilidad” asumido por los centros escolares en el que, a través del modelo educativo, se desarrollan las “capacidades y cualidades” de los estudiantes dejando a un lado los tendenciosos estereotipos de género.
En el contexto mexicano se han realizado investigaciones en las que se analizan la percepción estereotipos de género de los estudiantes de nivel superior, que, a manera de diagnóstico, son un antecedente esencial en la planeación para la coeducación en México. Flores – Hernández, Espejel – Rodríguez y Martell-Ruiz22, realizaron una investigación mixta con estudiantes de la Licenciatura de Trabajo Social de la Universidad Autónoma de Tlaxcala y concluyeron que, aunque en el discurso se hace mención de la igualdad y la no discriminación por género, en la realidad no es así porque sigue habiendo prácticas de violencia de género y sexismo. Rodríguez – Otero y Mancinas Espinoza23 realizaron una investigación mixta también con estudiantes de la Licenciatura de Trabajo Social, pero de la Universidad Autónoma de Nuevo León y encontraron que prevalecen los estereotipos de género ya que detectaron creencias sexistas interiorizados principalmente en las estudiantes, así como un nivel de sexismo clasificado como medio, aunque tiende a ser más benévolo que hostil.
Paredes Buenfil24 estudió el nivel de sexismo de estudiantes universitarios de Antropología, Medicina e Ingeniería Química de la Universidad Autónoma de Yucatán y concluyeron que el nivel de sexismo expresado por los hombres es benévolo, mientras que el expresado por las mujeres es hostil. Ojeda López y Jiménez Diez25 obtuvieron resultados similares con estudiantes de la Facultad de Contaduría y Administración de la misma Universidad, pero también observaron que el cambio de estereotipos de género es aún más lento en el hogar que en la escuela.
Con la finalidad de analizar las creencias sociales de género de estudiantes de ambos sexos de una universidad pública de Sonora y otra de Coahuila, Cubillas Rodríguez, et al.26 realizaron un estudio cuantitativo en el que concluyeron que al menos en el discurso, la población universitaria está transitando lentamente de la visión tradicional de géneros a posturas de mayor igualdad, aunque ese proceso es más lento en el caso de los hombres.
Con base en lo anterior la hipótesis general de este trabajo consiste en que la actitud de los estudiantes ante la igualdad de género tiende a ser adaptativa para ambos sexos. Las hipótesis específicas son dos: en la primera se afirma que existen diferencias estadísticamente significativas de la actitud de los estudiantes según su sexo; en la segunda se asevera que las respuestas proporcionadas por los encuestados y su género, son independientes.
Esta investigación es cuantitativa y transversal ya que se levantó en un punto en el tiempo y se utilizó el paquete estadístico SPSS versión 24. Se analizaron las características de la muestra, posteriormente se comprobó la validez y fiabilidad del cuestionario con un análisis de componentes principales y el coeficiente Alpha de Cronbach. A continuación, se comprobó si había diferencias estadísticamente significativas entre las opiniones de los alumnos de acuerdo a su sexo con la prueba U de Mann-Whitney. Posteriormente se verificó la independencia entre el sexo de los estudiantes y las respuestas por medio de la prueba chi cuadrado.
El cuestionario mencionado se aplicó a estudiantes de licenciatura del Tecnológico Nacional de México en Celaya, en total se recibieron 347 respuestas válidas, de las cuales 176 son mujeres (50,7%) y 171 son hombres (49,3%). La edad promedio de los participantes fue 22,20 años con una desviación estándar de 1,29 años. La mediana del número de semestre que se encontraban estudiando fue 8. La distribución de la licenciatura o ingeniería que estaban estudiando los alumnos que respondieron la encuesta se encuentra en la tabla 1.
El instrumento de medición empleado fue diseñado por García Pérez et al.27 y existen otras investigaciones que han utilizado este cuestionario por ejemplo para medir las actitudes de padres y madres de familia en relación a las innovaciones coeducativas18 y en el ámbito de la educación física28. El cuestionario consiste en 30 reactivos, separados en tres escalas: sociocultural, relacional y personal; adicionalmente los autores incluyeron la escala global, es decir, la que agrupa las respuestas de las tres escalas. Estas escalas fueron definidas por Crawford29, 30 a partir del movimiento feminista que definió el género como una parte social del individuo tomando en cuenta la personalidad y los roles. Es decir, el género es un sistema que interactúa desde un punto de vista social con otras personas31. Las aportaciones de Crawford son útiles para la orientación educativa desde la perspectiva de género, pues se visualiza desde tres escalas que interactúan32.
La escala sociocultural se refiere a la repartición de las responsabilidades en el ámbito familiar y doméstico, los estereotipos de género y las expectativas sociales ya que incluye ítems correspondientes a las tareas domésticas, el deporte, la ropa y sus colores, la crianza de los hijos, entre otros. La escala relacional alude al liderazgo, la violencia de género, el vínculo entre hombres y mujeres con afirmaciones sobre la vida social, los acuerdos entre pareja, liderazgo en trabajos en equipo, percepción de las diferencias físicas y emocionales por género. La escala personal aborda aspectos como las creencias, expectativas e identidad de género ya que incluye ítems que hacen mención a las actividades profesionales de las mujeres, la expectativa sobre quien debería permanecer en casa y quien debería trabajar fuera de casa, así como la ventaja de ser hombre o mujer.
A su vez, para cada escala y el global las actitudes observadas se clasifican en sexista (bloqueadoras), adaptativa e igualitaria (coeducativa). De acuerdo a Azorín Abellán33 y a González Piñal18, la actitud sexista o bloqueadora consiste en la persistencia de la reproducción y aceptación de estereotipos tradicionales de género en lo referente a los roles masculinos y femeninos, en los que se considera que el patriarcado es aún válido. La actitud adaptativa denota cierta aceptación hacia la igualdad pues, aunque hay aun resabios de sexismo, en el discurso social se acepta que existe desigualdad entre hombres y mujeres. La actitud igualitaria implica que las personas tienen una perspectiva más cercana a la equidad de género por lo que rompen con los atavismos tradicionales en relación a los estereotipos, estas personas intentan colaborar para evitar la desigualdad entre hombres y mujeres (idem).
El cuestionario se diseñó originalmente en español, sin embargo, se verificó que el lenguaje fuera comprensible para la población a la que fue dirigida. Al analizar los comentarios de las personas que fueron parte de la muestra, se determinó eliminar uno de los ítems de la escala relacional dado que su contenido no fue comprendido por ellos, por lo que el cuestionario utilizado en esta investigación consta de 29 ítems. Los ítems que se emplearon, así como la respuesta promedio separada por sexo y global, se encuentran en el anexo 1.
En esta investigación el cuestionario se empleó una escala Likert de siete puntos, que iba de totalmente en desacuerdo para el valor 1, hasta totalmente de acuerdo que correspondiente al valor 7.
En la tabla 2 se presentan las escalas y el número de ítems que conforman a cada una de éstas, se menciona también cuál es la cantidad mínima y máxima de puntos que se podría obtener para cada uno de las escalas y el global. Así mismo, se establece la cantidad de puntos que determina la actitud sexista, adaptativa e igualitaria para cada una de las escalas y para el global.
Por otro lado, se analizó la calidad del cuestionario mediante la verificación de su validez y su confiabilidad, para ello se calculó el coeficiente Alpha de Cronbach y se empleó el análisis categórico de componentes principales (CAPTCA por sus siglas en inglés) que consiste en un escalamiento óptimo para datos ordinales con la finalidad de comprobar si hay una dimensionalidad por escala y para determinar la saturación de los ítems para cada escala y para el global. Cabe señalar que se invirtió el orden de las respuestas de todos los ítems, excepto para las afirmaciones 4, 7, 9, 10, 26 y 29 debido a que aquellos evidencian connotaciones contrarias a la igualdad de género, así una respuesta de un punto implica menor igualdad, mientras que una respuesta de 7 puntos refleja mayor igualdad.
Como se puede observar en la tabla 3, la saturación media de los ítems de cada escala y el global es mayor a 0,50. Así mismo, el coeficiente Alpha de Cronbach para la escala global es 0,917 y para cada una de las escalas fue mayor o igual a 0,790, lo que refrenda su confiabilidad.
Se observa (tabla 4) en la escala sociocultural, más del 50% de las mujeres tiene una actitud igualitaria y más del 50% de los hombres tiene una actitud adaptativa. Ese mismo escenario se repite en la escala relacional pero el porcentaje cambia, en el caso de las mujeres, representa más del 70% y en el de los hombres, más del 60%.
En la escala personal, las mujeres tienen una actitud igualitaria debido que el 81,3% de sus respuestas se clasificaron el rango correspondiente; la opinión de los hombres se repartió casi equitativamente entre la actitud adaptativa e igualitaria. Finalmente, la opinión global de las mujeres es preponderantemente igualitaria con el 68,8% y es adaptativa para el 63,2% de los hombres.
Adicionalmente, se exponen algunos estadísticos descriptivos por escala en la tabla 5 en el que se agrupan ambos sexos. De ahí se concluye que hubo al menos una persona de quienes respondieron la encuesta cuya actitud es totalmente igualitaria, mientras que no hubo personas cuya actitud fuera completamente sexista. Se observa también que, considerando que los puntos de corte tanto para la escala sociocultural y personal indican que si el puntaje alcanzado es menor a 60, la actitud es adaptativa y si es mayor o igual a 60 es igualitaria, la mediana nos indica que la actitud de los integrantes de la muestra se encuentra entre adaptativa e igualitaria; lo mismo sucede con la escala relacional ya que el punto de corte que delimita las actitudes mencionadas, en ese caso es de 54.
Para comprobar si realmente existe diferencia en las opiniones de acuerdo al sexo de las personas que respondieron la encuesta, se realizó la prueba Kolmogorov - Smirnov para comprobar si la distribución de las respuestas es aproximadamente normal.
De la tabla 6, se observa que para ninguna de las escalas ni para el resultado global, la distribución es normal por lo que, para determinar si la opinión obtenida es estadísticamente diferente de acuerdo al género de los encuestados, se aplicó la prueba no paramétrica U de Mann – Whitney referida a la mediana.
En la tabla 7 se encuentran los resultados de la prueba no paramétrica realizada. Se observa que existe evidencia estadística para afirmar que la opinión de los encuestados es diferente según su sexo, es decir, la opinión de los encuestados para cada una de las escalas y el global no es el mismo conforme a su género, de tal manera que la opinión se distingue entre hombres y mujeres.
Para determinar la independencia estadística entre el sexo de los encuestados y su actitud para cada una de las escalas y el global, se empleó la prueba de chi cuadrado.
En la tabla anterior, se expone que la opinión de los encuestados si está relacionada con su género. En otras palabras, la actitud hacia la igualdad de género depende del sexo de los encuestados en la escala relacional, sociocultural y personal, así como la escala global.
La igualdad de género en México es un compromiso asumido por México a través de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza. Un ámbito que podría tener una incidencia crucial es el educativo ya que, a través de prácticas coeducativas, se influiría en la igualdad de género con lo que se eliminarían los estereotipos tradicionales.
Por lo anterior, fue necesario conocer a manera de diagnóstico la actitud que los estudiantes manifiestan hacia la igualdad de género. En esta investigación se estudió dicha actitud entre alumnos de las diferentes ingenierías y la licenciatura que ofrece el Tecnológico Nacional de México en Celaya para ello se empleó el cuestionario elaborado el cual se encuentra fundamentado por la construcción de la identidad de acuerdo conforme a los estudios de Crawford29, 30.
Se halló que la actitud de las estudiantes es igualitaria en la escala global, a diferencia de la de los hombres la cual es adaptativa; esa misma situación se encontró en las escalas sociocultural y relacional, no así en la personal ya que, aunque las mujeres también manifiestan una actitud igualitaria, los hombres se sitúan ante la actitud adaptativa y la igualitaria. Así mismo se comprobó que las actitudes son estadísticamente diferentes entre hombres y mujeres. También se comprobó que las actitudes son dependientes del sexo de las(os) alumnas(os). Esto nos muestra que, para lograr verdadera equidad en las escalas aquí analizadas, es indispensable reforzar la cultura de la igualdad mediante la educación en el que en todos los aspectos haya equilibrio entre hombres y mujeres dejando a un lado el sexismo ambivalente y el neosexismo.
Esto confirma algunas de las conclusiones expuestas por investigadores que han estudiado la igualdad de género, los estereotipos de género, la violencia por género y el sexismo en estudiantes de nivel superior en México, ya que manifiestan que sigue habiendo ciertos atavismos en su percepción y actitud debido a que siguen considerando al hombre como fuerte y proveedor mientras que la mujer tendría que ser delicada y volcada a la atención a su familia, ser cuidadora. No obstante lo anterior, se observa que aun cuando la tendencia es hacia la igualdad en los centros escolares, en el ámbito familiar aun es necesario que exista mayor conciencia de la importancia de la igualdad de género. Como líneas para una futura investigación sobre este tema en México, podemos citar a Lemaster, Strough, Stoiko y Didonato34, quienes, a través de un estudio cuantitativo evalúan un nuevo sexismo donde se califican las actitudes sobre la inequidad de género. Lo anterior es valioso ya que, a partir, de un nuevo estudio se podrían identificar las acciones igualitarias con respecto a la perspectiva de género entre estudiantes universitarios incluyendo a estudiantes de posgrado, así como su relación con otros factores (decisión de carrera, elección de políticos, ámbito laboral, etc.). Así mismo se contempla desarrollar un instrumento propio generado por medio de métodos cualitativos que permitan conocer con mayor profundidad las actitudes y creencias de los estudiantes de nivel licenciatura y posgrado y profesores en relación a la igualdad de género.